La idea era, antes que la ciudad me fuera mas
reconocible, bajo la mirada de turista que todo lo observa,
reconocer las señas de identidad de Lyon. Aquellas claves
que me harían reconocerla si se me mostrara una foto de alguna
calle de la ciudad, mas allá de los monumentos y plazas famosas,
los museos o los ríos tienía que haber un algo que
definiera su personalidad.
Y una vez identificadas, tratar de representarlas
de una manera especial, con una nueva mirada.
Dentro de aquellos signos, se encontraban las
farolas que iluminan las calles, las escaleras infinitas, la piedra
como material de construcción, las decoraciones de esa pieza que
hace esconder las persianas (lambrequins), o el entramado de cables que alimentan a los miles de
trolebuses que recorren la ciudad, que combinados con la
organización caótica y empinada de las calles de la Croix
Rousse, proporcionan una tela de araña muy
característica.